Regalo en la distancia
Con vos aprendí a volar muy alto
en una hamaca hasta atrapar las hojas del árbol. Que no hay mejor forma de atravesar el mar
que flotando sobre tu panza y que se pueden dar los saltos más altos a las olas
más inmensas agarrada de tu mano. Que hablar con tu otro yo en el espejo y
mantener una charla era posible. Que hacer las cosas juntos era un buen
plan. Que jugar conmigo era parte de tu
vida. Que cuando te abandonan sin querer
te podes levantar y salir adelante
aunque tu corazón no pueda más con tanta tristeza.
Y cuando la vida se cansó de
golpearte tomó aire y volvió con más
fuerza. Frente a esto también me
demostraste que podías luchar como un superhombre. ¿Sabes qué pasa? Los buenos mueren.
Fuiste el hombre que leía libros
al revés, él que cruzó la plaza de Mayo en moto con los ojos cerrados, él que
supo luchar por sus ideales. Fuiste el
que jamás dejó de escucharme. El que
supo hacer flamear la bandera de la libertad, de la honradez y la sencillez. Sos
mi héroe, no lo dudes.
Todavía extraño tus mates y las
charlas. Las empanadas de los jueves
compartiendo una serie. Todavía extraño
tenerte y no creo que se pase. Hiciste
de tu vida la razón de la mía.
¡Que hoy por lo menos una persona
lea quien fuiste! Que se sepa que vos fuiste la magia, la razón para seguir
cuando el vacío me atravesó. Que me
enseñaste “que más se perdió en la guerra”, que lo material no existe, que la libertad es
todo, que ser honesto es mejor.
Parece que hacerme feliz fue tu
objetivo y lo lograste.
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